Una flor en el camino...
Habían pasado cinco semanas o creo que seis; y salíamos de devorar el almuerzo, traíamos el corazón rebosante, en primer lugar yo; después de cincuenta pasos, nos indica con el dedo un compañero hacia la parte de arriba de un árbol y espontáneamente veo a esta hermosa flor:
Sé, que cada flor tiene su propio encanto, pero esta, en mi emoción le asimile a las trenzas que suelo ver en la cabellera femenina...
También encontré otras hermosas como mis lectoras y lectores, mejor las ven:
O esta:
Desde luego que son parte de mi campiña...
Att.: Guadalupe Serrano
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